Situado en un muro del Santuario de Nuestra Señora de la Fuensanta,
Se cuenta que, después de estudiar el comportamiento del caimán, lo acechó y lo esperó en un árbol con su muleta y un pan abogado. El pan despertó la glotonería del animal que inmediatamente abrió la boca para engullirlo, momento que aprovechó nuestro héroe para apearse del árbol y clavar el filo de su muleta en la garganta del animal, que disecó y colocó como exvoto.
Desde entonces, durante la celebración de la Velá de la Fuensanta, es costumbre acudir al templo y ver el cuerpo disecado del caimán.
No hay comentarios:
Publicar un comentario