Tiene una madre
que con agradable dulzura los oídos besa,
abrazándote con la calidez de sus palabras
y su voz de cordobeza.
Posee la sala
un cascabel juvenil y sonoro de poetisa
que tantas y tantas veces al alma nos susurra
con su alegre sonrisa.
Otra regala,
cual ofrenda a este altar y divina sacerdotisa,
la bella flor de tan fémina y celestial frescura
que ni la misma Artemisa.
Más ese duelo
en que debemos enlutarnos todas las mañanas
si recordamos que desayuna gatos nuestro alien feo
de una galaxia lejana.
También apuntar
la dueña de las trepadoras de fragante aroma
que siempre todas, todas las noches desde su
balcón
a nosotros se asoma.
Agregar, notar
a esa gran dama, maestra erudita de nuestro idioma,
mujer color cielo, que atrapándonos los rayos del Sol
entre sus versos los doma.
Y recordemos
a ese tierno cabeza de chorlito desde niño,
pues aunque en su Córdoba fuese mote de chavales,
es aquí un nick con cariño.
Mas no olvidemos
la zagala zalamera zarzuelista en mi aliño,
zarina del verso en azules azaleas de azahares
en este azar...mi guiño.
El penúltimo,
nuestro particular poeta maño dicharachero
que nos aporta esa pincelada oscense de color
a nuestro rincón chatero.
Y por último...
Que no falte quién falte en este fichero,
que por faltar nadie faltó,
sólo el tiempo y el puñetero...
dinero.
Sentinel
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